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La acromegalia es una enfermedad rara, crónica, causada por una secreción excesiva de la hormona del crecimiento o GH, la cual es producida en la glándula pituitaria. Aproximadamente en el 95% de los casos, este exceso de la hormona del crecimiento se relaciona con el desarrollo de un tumor benigno de la pituitaria.[1] También puede aparecer como efecto adverso del tratamiento con hormona del crecimiento artificial.[2]
El término acromegalia se utiliza cuando la enfermedad se inicia en la edad adulta. Si aparece durante la infancia, se denomina gigantismo.[1]
La acromegalia provoca desfiguración progresiva, especialmente de la cara y las extremidades, con tendencia al desarrollo excesivo de la mandíbula, frente ensanchada, abultada o con protuberancias, y crecimiento desproporcionado de manos o pies. Es común la aparición de manifestaciones sistémicas, por el agrandamiento de las vísceras y otros tejidos blandos, como el tiroides, el hígado, el riñón y el corazón. El paciente puede experimentar dolores de cabeza, musculares y articulares, entre otros síntomas.[1]
Quienes la padecen generalmente no se percatan a tiempo, ya que algunos signos se confunden con el proceso de envejecimiento natural del ser humano, lo que puede causar complicaciones que lleven a la muerte. El retraso en el diagnóstico puede superar los 10 años.[1]
Se calcula que en el mundo existen entre 40 y 70 pacientes con acromegalia por cada millón de habitantes.[1]
El término proviene del griego akros que significa extremidad, y megas que significa grande. Esta denominación fue propuesta por Pierre Marie, famoso neurólogo francés, el cual publicó la primera descripción de la enfermedad en 1886.[1]